Después de 12 horas de haber publicado mi crítica hacia ustedes, tras haber estado 24 horas sin servicio eléctrico «por déficit de capacidad de generación», la misma historia constante de todos los días, ustedes responden con frialdad, compartiendo esa justificación como si fuera algo normal, acentuando aún más el daño psicológico que esta situación provoca en el pueblo. El verdadero déficit, señores, no está en la capacidad de generación eléctrica, sino en la capacidad del gobierno y de todos los que lo representan para generar cambio en la estructura de poder de este proyecto fracasado que solo se mantiene a base de represión y censura.
Apenas 12 horas después de expresar una crítica sincera y respetuosa, ustedes han respondido repitiendo consignas vacías que ni siquiera creen: “Aquí hay revolución pa’ rato, compay”. Señores y señoras periodistas, es evidente que esas palabras no reflejan la realidad. El término revolución significa cambio profundo y radical en la estructura social, política o económica de un país. En su esencia, una revolución busca transformar, mejorar y avanzar, algo que, lamentablemente, en Cuba no ha ocurrido en más de seis décadas.
Lo que tenemos en Cuba no es revolución; lo que existe es una dictadura que lleva más de 60 años en el poder. En lugar de cambio, lo que abunda es represión, donde se castiga cualquier crítica o disidencia. Hay censura en los medios, y la libertad de expresión es un lujo que el pueblo cubano no puede permitirse. Hay hambre, donde las familias luchan diariamente por conseguir lo más básico para sobrevivir. Hay inseguridad en las calles, producto de la desesperación y la falta de oportunidades.
Hay violación constante de los derechos humanos, desde la prohibición de manifestarse hasta la persecución de quienes piensan diferente. Hay corrupción, donde los pocos recursos del país son manejados por una élite desconectada de la realidad del pueblo. Hay miseria, donde las viviendas se derrumban y los servicios públicos son ineficientes o inexistentes. Hay sufrimiento, con apagones continuos, falta de medicamentos, y un sistema de salud colapsado.
Y eso, señores periodistas, no es revolución. Llamar «revolución» a este sistema es una burla al pueblo cubano que ya no soporta más esta situación. La repetición mecánica de consignas no cambia la realidad; el verdadero periodismo debe reflejar lo que realmente vive la gente. Cuba quiere un cambio. Cuba quiere libertad.
Es hora de que dejemos de mantener estas apariencias solo para conservar “el trabajito cómodo”. Como pueblo, necesitamos unirnos para que esta situación no dure «pa’ rato», sino que dé paso a una transformación real. Ya estamos cansados de seguir viendo la misma película, y más que nunca, exigimos lo que realmente merecemos: un país donde la libertad y la dignidad no sean solo palabras vacías, sino una realidad para todos.
DIOS BENDIGA A MI CUBA
VIVA CUBA LIBRE CARAJOOOOO